6/2/10

El movimiento obrero durante el Sexenio Revolucionario

Esa fecha marca el inicio de la tercera fase del movimiento obrero en España y su definitivo alejamiento de los partidos burgueses, por no representar sus intereses de clase. Se produce entonces la vinculación con el movimiento obrero internacional (AIT), a la que se unirán los españoles oficialmente en 1870 con la creación de la Federación de Trabajadores de la Región Española. No obstante, pronto se dividirán en las dos corrientes obreristas del momento:anarquismo y marxismo.

La Asociación Internacional del Trabajo se fundó en Londres en 1864, teniendo inicialmente una orientación proudhoniana, y como reivindicación fundamental la jornada de ocho horas. Aunque la prensa obrera española se hace eco de la A.I.T., no habrá contactos directos con ella hasta 1868, a pesar de que el Primer Congreso Obrero tuvo lugar en 1865, desarrollado en la semiclandestinidad en Barcelona. Para contactar con el movimiento obrero español, convencido de que la “Gloriosa” podía ser el principio de una revolución universal, Bakunin envía a España a Giuseppe Fanelli, hecho decisivo en el posterior desarrollo del movimiento obrero español.

Fanelli expuso, en Madrid y Barcelona, los principios anarquistas, contrarios a la participación política y a la propia existencia del Estado, sustituido por “la unión universal de las libres asociaciones”, además de una postura claramente anticlerical. Por el contrario, en la AIT triunfaron las tesis marxistas, que vinculaban la emancipación social de los trabajadores con su emancipación política y no abordaban el asunto religioso. Sin embargo, los grupos obreros de Cataluña y Andalucía permanecerían ya siempre unidos al anarquismo. Así, en el Congreso de Barcelona de 1870 triunfaban las tesis anarquistas, estableciendo como conclusión la defensa del asociacionismo no sólo para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, pues su objetivo último era la revolución social, es decir, la abolición de las clases sociales y la propiedad colectiva de los medios de producción. La libre asociación de federaciones, de carácter internacional, era el proyecto político anarquista. Con posterioridad, el Congreso de Zaragoza de 1872 expulsaría a los socialistas, que forman entonces la Nueva Federación Madrileña, pues en esta ciudad, así como en Vizcaya y Asturias, las tesis marxistas se acabaron imponiendo.

El marxismo, minoritario en nuestro país frente al claro predominio anarquista, había sido difundido por Paul Lafargue, yerno de Marx, desde su llegad a España en 1871, expulsado de Francia tras los sucesos de la Comuna.

En Madrid entró en contacto con un grupo de intelectuales y de obreros especializados (tipógrafos), que fundaron en ese mismo año la Asociación del Arte de Imprimir. Su expulsión de la Federación Regional Española en el congreso de Zaragoza de 1872, controlada por los anarquistas, llevó a ese grupo a constituirse en la “Nueva Federación Madrileña”, presidida por Pablo Iglesias. Sería el núcleo del que nació el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 1879.

Al contrario que los anarquistas, optaron por la lucha política y el moderantismo en sus reclamaciones, a la espera de que la clase obrera estuviese preparada para la revolución socialista. Partiendo de los principios marxistas (lucha por la abolición de las clases sociales, socialización de los medios de producción y dictadura del proletariado), se aferraron a un programa reformista, cuyo objetivo era lograr mejoras laborales y sociales para los trabajadores a través de la lucha política.

Entre tanto, el movimiento obrero se había ido alejando del gobierno provisional, especialmente desde que éste optó por el restablecimiento de la monarquía frente a la vía republicana, mayoritariamente apoyada por los trabajadores. Sin embargo, la proclamación de la república burguesa no contó ya con el respaldo del movimiento obrero, volcado entonces en las teorías anarquistas, y por tanto contrario a la participación política. Su postura oficial fue no colaborar con un sistema burgués, entendiendo que la liberación de la clase obrera sólo vendría de su propia y exclusiva lucha.

Finalmente, tras el golpe de Pavía, en 1874 las organizaciones obreras son de nuevo ilegalizadas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

muy interesante.

Anónimo dijo...

Hacer el favor de poner el tema comentado.. que los estudiantes vemos estas paginas para algo

Gema Gómez Díaz-Caneja dijo...

No te parezca mal, pero escribo este blog en "mi" tiempo libre (si se puede llamar así...) para ayudar a "mis" alumnos. Si se beneficia más gente, mejor que mejor, pero no tengo ninguna "obligación" de "poner" nada. A parte de que no sé qué quieres decir con "poner el tema comentado". Tú tampoco tienes por qué visitar esta página, claro.