2/12/09

La oposición a la Restauración. El nacionalismo catalán

Para comprender el origen del nacionalismo en España, debemos preguntarnos sus causas.

El nacionalismo y regionalismo surge en España a finales del siglo XIX como reacción al modelo centralizado y uniforme creado por el Estado liberal. Basándose en las peculiaridades lingüísticas, culturales e históricas, en algunas regiones se demanda el reconocimiento de esa variedad nacional y, en algunos casos, se reivindica el autogobierno. El contexto cultural propio de la época (romanticismo), el distinto grado de industrialización de las diferentes regiones españolas y la propia crisis del 98 contribuyeron al afianzamiento de esta corriente política.

Veremos que pasó en el caso catalán y qué fases se distinguen en su desarrollo:

  1. En Cataluña, el desarrollo industrial había permitido la consolidación de una importante burguesía orgullosa de su patrimonio cultural. La Renaixença, movimiento literario que reivindica la lengua y cultura catalanas, contribuyó a difundir este sentimiento. La pérdida de Cuba supuso para los industriales catalanes la desaparición de un importante mercado, del que disfrutaban en exclusiva. Al hacer culpable al Estado centralizado que no ha sabido defender sus intereses, vuelcan su apoyo en el incipiente nacionalismo.
  2. En su origen, se unirían nacionalismo y federalismo en la figura de Valentí Almirall, quién criticó duramente el caciquismo y, en general, el funcionamiento de la Restauración.
  3. Pero su regionalismo progresista y laico no pratdelaribaencontró el eco que alcanzará Prat de la Riba una década después, desde posiciones más conservadoras que saben atraerse a la burguesía catalana. Primero Unió Catalanista (1891) y después la LLiga Regionalista (1901) conseguirán unir a los distintos grupos catalanistas para, en alianza electoral, desbancar en Cataluña a los partidos dinásticos, sobre todo tras la pérdida de Cuba en el 98 de la que se hace responsable a los políticos centralistas. Vemos que se unen motivos culturales, políticos y económico en las reivindicaciones de autonomía catalanas, expresadas en Las Bases de Manresa, verdadero programa político del catalanismo. Su fuerza les permitió conseguir del gobierno central la Mancomunidad de Cataluña (1914-1925), que tuvo como primer presidente a Prat de la Riba. Esta institución formada por las diputaciones provinciales, y suprimida por Primo de Rivera, fue el primer “gobierno autónomo” catalán.

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