13/11/09

El asesinato de Prim en la literatura

Salieron dos hombres del edificio. (…) Uno de ellos era, evidentemente, un caballero. De mediana edad, llevaba una barba cuidada e iba vestido con una capa pesada y de aspecto fino para defenderse del frío, así como un sombrero alto y formal. Era bajo y fornido, pero de porte erguido y orgulloso.
El otro hombre, que caminaba un paso por detrás de él, era mucho más joven y vestía con sencillez. ¿Quién era el traidor? Josep estaba desconcertado.
—¿Un carruaje, excelencia?
Cuando el caballero asintió, el portero se adelantó hacia la farola y, bajo su luz, alzó un brazo. Un carruaje se apartó de la fila de vehículos que esperaban al fondo de la calle y sus dos caballos se detuvieron delante del edificio. El portero se movió para abrir la puerta, pero el hombre de ropa sencilla se le adelantó. El sirviente —no había duda de que lo era por su manera de bajar la cabeza en señal de reverencia cuando el otro hombre montó en el carruaje— cerró entonces la puerta y regresó al edificio.
Había poco tráfico por culpa del tiempo, pero los caballos, por falta de costumbre de pisar los adoquines cubiertos de nieve, echaron a andar lentamente.
A Peña y al grupo de cazadores no les costó mucho mantener el paso mientras seguían al carruaje carrera de San Jerónimo abajo. (…) Siguieron a los lentos caballos hasta que doblaron de nuevo por la calle del Turco, donde Josep encendió otra cerilla. Era más estrecha y oscura, salvo por la única luz que ofrecía una farola.
—Ahora —dijo Peña justo antes de que el carruaje entrara en la zona iluminada.
Guillem y Esteve saltaron a la calzada y agarraron las riendas mientras los demás miembros del grupo de cazadores rodeaban el carruaje. De dos carruajes, así como de la oscuridad del otro lado de la calle, surgieron otras figuras y varias se acercaron al punto en que Josep permanecía mirando fijamente la cara asustada del hombre que iba dentro. El cochero del carruaje bloqueado se puso de pie y comenzó a fustigar a Esteve con el látigo.
Al ver a los recién llegados, Josep creyó que serían agentes de la milicia y, como tres de ellos llevaban las armas listas, dio un paso atrás para dejarles el camino libre hasta la puerta.
Pero ellos apuntaron sus armas.
... Una serie de estallidos secos como toses.
El hombre del carruaje se había vuelto hacia la ventana y ofrecía un blanco fácil; dio una sacudida al recibir un disparo en el hombro izquierdo, tocándoselo con la mano del mismo costado. La mano derecha se alzó como si fuera a protestar y Josep vio cómo volaba parte del dedo anular. Luego otra bala le acertó el pecho y dejó un mordisco pequeño y oscuro en la capa, igual que los cientos de agujeros que el grupo de cazadores había marcado en los árboles.
A Josep le sorprendió observar la amargura que mostraba el rostro del hombre al darse cuenta de lo que estaba pasando.
(…) El periódico decía que el primer ministro, Prim, había sido uno de los responsables del derrocamiento de la reina Isabel, la posterior restauración de la monarquía y la elección por parte de las cortes de un miembro de la realeza italiana —Amadeo, príncipe de Saboya y duque de Aosta— como nuevo rey de España.
Amadeo I había llegado a Madrid para asumir el trono tan sólo horas después de la muerte del general Prim, su principal apoyo. Según las órdenes del nuevo monarca, se iba a instalar su cuerpo en una capilla ardiente durante cuatro días para que el pueblo llorara su muerte. Con Prim de cuerpo presente, Amadeo había jurado obedecer la constitución española.
Noah Gordon La Bodega. 2007. Roca Editorial, pp. 126-129 y 145.








El autor Nacho Faerna narra todo el progreso de la operación del atentado de Prim

Puedes descargar el primer capítulo de la novela en la que se basa la teleserie sobre Prim en la web de rtve:  http://www.rtve.es/contenidos/documentos/Prim_primer_capitulo.pdf





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