27/9/08

El mapa de la Guerra de Independencia. Comentario

El mapa representa el desarrollo de la Guerra de Independencia, 1808-1814, al finalizar el reinado de Carlos IV. Aparecen reflejados los movimientos del ejército francés, el contraataque de las tropas anglo-españolas, las respectivas victorias de cada bando y las ciudades sitiadas. Especial importancia tuvieron los sitios de Zaragoza y Gerona que, en los primeros meses de la guerra, sirvieron, además, para alentar a los insurrectos de todo el país. También destacaron por su importancia los puertos, donde desembarcaron las tropas inglesas, nación que tenía el dominio de los mares, y cuya estrategia de desembarcos sorpresa en distintos puntos de la costa para mantener en continuo movimiento a los franceses, resultó muy eficaz. En este sentido, Lisboa, Algeciras (recuérdese que Gibraltar es posesión inglesa desde 1713, como resultado del Tratado de Utrecht) y Mahón (devuelto a España por la paz de Versalles en 1783) permitieron el avance anglo-español hacia Madrid, Andalucía y Cataluña, respectivamente. Destacan en el mapa Las victorias francesas de Somosierra (1808) y Ocaña (1809), así como las obtenidas por las tropas hispano-británicas en Bailén (1808), Los Arapiles (1812) y San Marcial (1813). (Hasta aquí, básicamente, nos hemos limitado a describir la información que nos da el propio mapa, incluido el tipo de documento, fecha y tema, más la "lectura" de la cartela)

El origen de la guerra se encuentra en los pactos entre Francia y Godoy, y más en concreto, el Tratado de Fontainebleau (1807), por el que España permitiría la entrada de tropas francesas camino de Portugal, tradicional aliado de los ingleses, para repartirse este país entre Francia, España y el propio Godoy, quien, con el título de rey, se quedaría con el Alentejo y el Algarbe. La Francia revolucionaria había emprendido una campaña de conquistas desde 1792, continuadas por Napoleón, que llevaron a la anexión a Francia o al dominio como Estados aliados, de Los Países Bajos, Italia, Suiza, La Confederación del Rhin, Las Provincias Ilíricas y Polonia, además de España. Iniciada la ocupación, supuestamente pacífica, del ejército francés, el descontento general con el monarca, Carlos IV, y su ministro Godoy, llevan al Motín de Aranjuez, alentado por la camarilla del príncipe de Asturias, en quien abdicaría su padre. En este clima convulso se produjeron las abdicaciones de Bayona cuando los monarcas españoles, llamados a esa ciudad francesa por Napoleón, ceden la corona a éste y Napoleón abdica en su hermano José I. La insurrección popular del 2 de mayo dio origen a la guerra.  (Hemos explicado las "causas" del documento, es decir, de la Guerra; estamos, por tanto, "contextualizando" el documento)

La 1ª fase (1808-10) del conflicto se representa en el mapa con el avance de las tropas francesas, fruto del Tratado de Fontainebleau (1807), desde Bayona hasta Lisboa (al mando del general Junot), con penetración hacia Madrid (controlada por Murat, como lugarteniente de Napleón) vía Burgos, y de la capital del Reino hacia la Meseta Sur, camino de Andalucía. Al mismo tiempo, avanzan desde los Pirineos hacia Cataluña y el valle del Ebro, y desde Madrid hacia el NO. Los grandes puertos: Lisboa, Barcelona, Valencia, Cádiz (que nunca fue sometido por los franceses) y La Coruña constituyen un importante objetivo francés, conscientes de la superioridad naval inglesa y del peligro que suponía permitir el desembarco de tropas. Sin embargo, la resistencia de Zaragoza y Gerona, y la derrota de Bailén (julio 1808) acabaron con los planes de Napoleón de obtener una victoria rápida. Andalucía no pudo ser ocupada y la corte de José I debió evacuar Madrid.
Napoleón reaccionó viniendo en persona, al frente de su Gran Armada, formada por unos 200.000 hombres, y recuperó rápidamente Madrid (tras la batalla de Somosierra, 1808), Galicia, Cataluña, Aragón (una vez tomadas Gerona y Zaragoza), Valencia y Andalucía (tras la victoria francesa en Ocaña), es decir, prácticamente todo el territorio peninsular.

En la 2ª fase (18010-12) el ejército francés ha conquistado casi todo el país, pero la dispersión de las fuerzas francesas por la Península, el enfrentamiento a las tropas angloespañolas y, fundamentalmente, el desgaste continuo de la guerrilla impiden a Napoleón someter efectivamente el territorio y acabar la guerra. Para sorpresa de Napoleón, la que creía fácil ocupación se convirtió en una larga guerra ante la resistencia popular española, que se negó a aceptar el cambio dinástico y el dominio francés.
La táctica de guerrilla se explica por el desmoronamiento y dispersión del ejército español ante la superioridad francesa. La guerrilla estaba formada por partidas de composición muy heterogéneas: soldados aislados de sus unidades, campesinos conocedores del terreno, incluso bandoleros. Su ventaja procedía del conocimiento del terreno, la movilidad y el apoyo de la población. La fuerte represión francesa contribuyó a aumentar el odio contra el francés.
Los sitios suponían la defensa a ultranza de una ciudad, en la que se luchaba casa por casa, combinando la insurrección callejera y la táctica de guerrilla. El ejército francés, acostumbrado a luchar en campo abierto, perdía la ventaja de su superioridad. Los más destacados fueron los de Zaragoza, defendida por el general Palafox, tomada en febrero de 1809; Gerona, sitiada por tres veces y sólo conquistada en diciembre de ese mismo año; y Cádiz, que nunca fue ocupada.
En cuanto a la intervención inglesa, fue fruto de la alianza pactada con la Junta Central (enero de 1809), institución que, en sustitución de las antiguas autoridades españolas, se encarga de dirigir la insurrección contra los franceses. El dominio inglés de los mares permitió el desembarco de tropas en distintos puertos peninsulares, rompiendo la supremacía napoleónica. Desde el inicio de la R.F., Francia e Inglaterra se enfrentaron en una guerra que tendrá distintas etapa y que se prolongó durante el imperio napoleónico, como reflejan los tratados hispanofranceses contra Inglaterra (San Ildefonso, 1795 y 1800). Fruto de los mismos, tendrá lugar el enfrentamiento naval de Trafalgar y, posteriormente, al ponerse de manifiesto la superioridad naval de Gran Bretaña, el bloqueo continental diseñado por Napoleón. Tras la ocupación francesa, las alianzas se trocan y las tropas angloespañolas, al mando del duque de Wellington, acabarán imponiéndose al francés, en España y en Europa, tras la victoria de Waterloo.

La 3º fase (1812-14) viene marcada por el desarrollo de la campaña rusa. Ésta cambiaría la situación en España, de donde Napoleón retira casi la mitad de sus efectivos. Wellington, al frente de las tropas angloespañolas, aprovechando esta circunstancia, avanza desde la frontera portuguesa, consiguiendo las importantes victorias de Ciudad Rodrigo y Los Arapiles (1812), recuperando así Salamanca y Valladolid, como se muestra en el mapa. El triunfo en Vitoria y San Marcial (1813), en el Norte peninsular, expulsó a los franceses más allá de los Pirineos. El Tratado de Valençay pondría fin a la guerra. La prolongación de la guerra, que Napoleón preveía rápida y que se transformó en una guerra de desgaste; la estrategia de guerra total, mediante la táctica de guerrilla y el sitio, tan distinta a la táctica del gran ejército napoleónico, curtido en las guerras europeas; la insurrección popular; el apoyo militar inglés; las consecuencias de la campaña rusa, etc. explican la derrota final francesa. (A la vez que describimos lo que "se ve" en el mapa, explicamos y analizamos esta información, en definitiva "contamos" cómo se desarrolló la guerra, siempre citando el documento. Por tanto, también estamos explicando el "contexto" del mapa)

En cuanto a las consecuencias de la Guerra, conviene destacar, en primer lugar, las humanas y económicas. Si, por lo que respecta a las primeras, se calcula en cerca de medio millón los muertos, en lo económico podemos hablar de un país destruido: casas e infraestructuras (caminos, puentes, industrias, etc.) arrasadas, campos incultos y ganados sacrificados, ruina de la Hacienda Pública, robo y destrucción de buena parte del patrimonio histórico-artístico, etc.
Desde el punto de vista político, supuso la crisis del A.R. al producirse, junto con la guerra nacional de liberación, un proceso revolucionario que llevaría a adoptar la soberanía nacional, columna vertebral del Estado liberal. La guerra, además, al otorgar protagonismo a las clases no privilegiadas, acabó por socavar las bases del A.R., pues la Nación, sin sus reyes, tuvo que gobernarse a sí misma. Aunque a la vuelta de Fernando VII se restauró el absolutismo, este sistema ya estaba herido de muerte. También puso fin al imperio español, al alentar la emancipación de las colonias americanas y, finalmente, el paso de España a potencia de segundo orden en el ámbito internacional. (Finalmente, explicamos las consecuencias de los hechos narrados en el documento)